martes, 2 de agosto de 2011

LA SANA COSTUMBRE DE ESCUCHAR

20100831104122-0r.jpg Este mes  mi blog cumple dos años de existencia. Ha dado de sí, lo que se esperaba.Unas veces sorprendiendo, otras decepcionando. Sólo un culpable, el que escribe, yo. Yo fui quien determinó el tema del mismo, el que escribió sobre él y el que desde hace unas semanas, ha optado por ampliar el temario. Sólo una razón para el cambio, las veces que la gente ha pinchado en según que temas. Han sido más de 9.000 entradas, que, para un novicio, tampoco está excesivamente mal……, ni bien. Gente que estaba muy encima de lo que se escribía , ahora pasa y viceversa, personas que ni prácticamente me conocen, están siendo asiduos de la página.Como comprobareis….., todo normal.
Cara a conmemorar este segundo aniversario, y celebrarlo, yo, conmigo mismo, había pensado distintas cosas para escribir. Al final , reflexión sobre cosas que te han contado, que son reales y que, por sí mismas, valen una historia. Un relato que, cuando me lo contaron y yo, a su vez, se lo conté a algunas personas, los vellos se pusieron de punta. Y era algo así…………..
“ Ultimos años de presencia española en la “perla del Caribe”, en Cuba, estamos en 1898, toda la presión de los insurrectos cubanos iban destinados a tirar al mar a las tropas españolas que ocupaban la isla.La presión llegaba hasta castigar, incluso con la muerte, a aquellas cubanas que se relacionaran con militares españoles. El destino no entendía de mandatos, una amiga de  una mujer cubana blanca, le dijo “ han retenido a mi hija por tener una relación con un español, y sé de muy buena tinta que van a por tu hija Josefa, saben lo suyo con ese oficial español de caballería”. La madre de Josefa, enferma, próxima a su final y sabiendo que su hija estaba esperando un hijo del Capitán español, viendo que en cualquier momento los insurgentes se presentarían en su casa para registrarla y llevarse a su hija, empezó a planear cómo salvarle la vida.
Un día, estando en cama la madre , por su larga y penosa enfermedad, sonaron golpes de culatas en su puerta. De manera súbita y viéndo todo perdido ,que a su hija Josefa se la iban a llevar, se le ocurrió que no serían capaces de hacerla levantar de lo que luego sería su lecho de muerte. En esas inmensas camas coloniales, altas y abultadas, entre dos colchones metió a su hija. Entraron los hombres en la habitación, buscando a la chica, dispuestos a no dejar nada en pie por encontrarla. Cuando iban a levantar a la moribunda de la cama, fué uno de los del grupo, el que dijo que a la señora, y en ese estado no se la podía asaltar. A regañadientes todo el grupo aceptó, después de registrar , y de qué modo, toda la casa. Se fueron y Josefa se salvo de un destino trágico.
Todo lo acontecido se le comunicó al Capitán español, Josefa y su futuro hijo, habían estado a punto de desaparecer. Había que tomar una decisión rápida. No había tiempo. Su amada y la vida que llevaba dentro debían abandonar suelo cubano.
Uno de los buques que participaban en la repatriación de la tropa estaba anclado, quedaban quince días para hacerse a la mar dirección a España. La situación no podía esperar, su vida corría peligro. La noche siguiente, sigilosamente y con protestas de Josefa, al no querer dejar sola y enferma a su madre, a la que sabía que no vovería a ver, fué obligada por ésta a subir en el buque que la trasladaría a España, para salvar su vida y la de su futuro hijo. Debía estar escondida en el buque hasta su salida.
Pasó una semana, y ,como tantas otras veces, se asomó a una tronera del barco para ver los muelles y distraerse con el trasiego de la gente.El sonido que le llegó era de cascos de caballos arrastrando un coche, un coche fúnebre.Mirando  en la distancia, su corazón le dió un vuelco, tenía un mal presentimiento. Al ver el acompañamiento del cortejo, del funeral, se dio cuenta, quien iba en ese féretro, era el cuerpo de su madre. Quiso correr hacia ella, gritar, abrazarla y…., pedirle perdón por abandonarla. Las manos que  cuidaban a Isabel, la sujetaron para que esa tarde no se convirtiera en una doble razón para el sufrimiento.
Una semana después, el Capitán del buque los casó, llegaron a España  José y Josefa, a él lo destinaron a una bella localidad murciana donde había nacido. Josefa dió a luz una hermosa niña, a la que llamaron Isabel.
Nunca, a Josefa, hasta su fallecimiento, pudo apartar de su corazón,la tristeza de abandonar a su madre a las puertas de la muerte, sin haberle dado un beso de despedida. Pensaba que la única forma de que ésta la perdonase era volviendo a Cuba y postrándose a los pies del sepulcro de su madre, y , desde allí,pedirle su bendición.
Hoy en 2010, todavía, las mujeres de esa familia, repiten un trocito de una canción que Josefa dedicaba  a su madre desde España y que dice así:

Adiós que me voy de la Habana,
Adiós, ya no volveré más….
Y si regreso….., me merezco el perdón.
Que si yo vine aquí, fue por obligación.
Y en un sepulcro, arrodillada, le pediré mi bendición……..

Tengo el placer de conocer a esa familia, sólo diré una palabra. CORAJE.
Esta es una de tantas realidades pasadas.La historia , no siempre, se escribe con mayúsculas
Cuando se empieza a indagar en ciertos temas, llega la sorpresa, cuántas historias similares te puedes encontrar, como la de otro José,  de los Barrios, en las mismas fechas, llegó a Cuba a vivir con su hermano y acabo en Filipinas condenado a garrote vil. Después sería indultado. Pero eso es otra historia
31/08/2010 10:24

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